domingo, 2 de agosto de 2015

En "El Pais"


Días de la ira por la muerte de un bebé

Puede ser el inicio de una guerra entre yihadismo y extremismo nacionalista judío

Mueren dos palestinos tras las protestas por la muerte de un niño
JUAN CARLOS SANZ 1 AGO 2015 - 22:31 CEST49

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Un hombre se enfrenta al Ejército israelí, el viernes en Hebrón. / ABED AL HASLHAMOUN (EFE)

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Israel ha encarado el primer Sabbat de agosto en un clima de tensión sin precedentes desde la guerra del pasado verano en Gaza. El secuestro y la muerte de tres adolescentes judíos y el asesinato de un muchacho palestino que fue quemado vivo precedieron entonces al conflicto más mortífero desde la Guerra de los Seis Días (1967) y el más largo desde el de la Independencia (1948-1949).

Las consecuencias del ataque incendiario de la madrugada del viernes en Duma, en el que murió abrasado un bebé de 18 meses y que causó graves heridas a sus familiares, son aún impredecibles, aunque tanto el Gobierno de Israel como la Autoridad Palestina tratan de evitar que el incendio se propague por toda Cisjordania.

Ni el primer ministro Benjamín Netanyahu ni el presidente Mahmud Abbas parecen dispuestos a pagar el precio de haber desencadenado la Tercera Intifada. El dirigente israelí se apresuró a condenar el terrorismo “venga de donde venga”, aunque sea judío. El mandatario de la Autoridad Palestina movilizó a sus fuerzas de seguridad en las mezquitas para que la jornada de oración no desembocase en un estallido de ira.

Pero la escalada de la tensión con la que concluyen las semanas musulmana y hebrea no invita al optimismo. Los incidentes protagonizados por colonos judíos tras el derribo de edificaciones declaradas ilegales por el Tribunal Supremo israelí en el asentamiento de Beit El encendieron los ánimos en el campo nacionalista. Y la detención por el Shin Bet (seguridad interior) de dos extremistas judíos como responsables del incendio hace dos meses de la iglesia del milagro de los panes y los peces en Galilea cayó como un mazazo entre los defensores de la colonización de las bíblicas Judea y Samaria (actual Cisjordania).

La presencia de judíos ultrarreligiosos en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén, tercer lugar santo islámico tras Medina y La Meca y también histórico Monte del Templo para la tradición hebrea, echó aún más leña al fuego. El movimiento de resistencia islámica Hamás, hegemónico en Gaza y con creciente influencia sobre la sociedad civil de Cisjordania, aprovechó la circunstancia para convocar una jornada de protestas durante el rezo del viernes. Ahora redobla sus llamamientos a la venganza.

Como apuntaba Amos Harel en un análisis de urgencia en el diarioHaaretz, podemos estar asistiendo al nacimiento de una guerra de religión entre el yihadismo islámico y el extremismo nacionalista judío. Netanyahu, proclive a fijar líneas rojas a todos los demás, se declaró “conmocionado y enfurecido” tras visitar en un hospital israelí a la familia que fue víctima del ataque incendiario en Duma, en el norte de Cisjordania, cuyo hijo menor murió quemado vivo. Fue un ataque de represalia atribuido a radicales judíos que pretenden imponer una estrategia del “ojo por ojo” y de “hacer pagar un precio” por cada retroceso que sufra la política de colonización.

El propio Netanyahu, que se puso al frente de las condenas al ataque con líquidos inflamables contra una familia en plena madrugada, y sus ministros del partido Hogar Judío (nacionalista y procolonos) que le secundaron de inmediato, han guardado silencio y mirado hacia otro lado durante sus seis últimos años en el Gobierno ante otros ataques incendiarios contra hogares palestinos en los que no se registraron víctimas. O contra mezquitas e iglesias.

La impunidad de estas acciones, la manga ancha con la violencia nacionalista, está detrás de la progresiva radicalización de sectores de los colonos, jaleados por sus propios dirigentes políticos y por rabinos exaltados. Ahora incluso Netanyahu cruza los dedos para que la mecha encendida por los radicales judíos no reavive las brasas siempre candentes tras décadas de conflicto.

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